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Replantear el modelo económico lineal

Ha llegado el momento de replantear nuestro modelo económico lineal: las consecuencias de extraer, producir y desechar son cada vez más difíciles de ignorar. Pero aún así parece que nos falta ese impulso inicial, esa chispa, necesaria para poner en marcha la economía circular.

Ilustración destacada de Kathrin Rodegast que muestra la economía circular.

Ilustración: Kathrin Rodegast Texto:
Armin Scheuermann

Las bujías que usamos en nuestros coches ilustran perfectamente el dilema de la economía lineal: ningún motor de gasolina funciona sin bujías, un producto desechable. Cada año, más de mil millones de estos componentes críticos del sistema de encendido se sustituyen en todo el mundo y terminan en la basura. Y cada vez más cuentan con un revestimiento especial de iridio. Las bujías de iridio, fabricadas con un metal altamente resistente a las altas temperaturas, mejoran la eficiencia de combustión y triplican la vida útil en comparación con las bujías convencionales de níquel.

A pesar de que para cada bujía solo se utiliza una cantidad ínfima de iridio, la creciente demanda de bujias de alta tecnología representa un problema. ya que, cada año, 100 kilogramos de este metal raro acaba en vertederos o se funde como chatarra. Dado que a nivel mundial se extraen solo unas 8 toneladas al año, cada vez resulta más complicado cubrir la creciente demanda. Una situación que empeora aún más como consecuencia de la transición energética, ya que el iridio también es un catalizador esencial en la producción de hidrógeno mediante electrólisis PEM.

Actualmente, nuestra economía se basa en el patrón de “extraer-fabricar-desechar” y salvo excepciones puntuales como la recogida de botellas PET o papel usado, las tasas de reciclaje a nivel mundial son más bien modestas. Esto se debe, en gran medida, a factores económicos: resulta más barato emplear materiales vírgenes que recolectar y procesar los ya utilizados. Pero el precio no refleja el verdadero valor de los recursos utilizados. Esto queda patente en el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra, el día que se calcula que se han consumido todos los recursos biológicos que la Tierra puede regenerar en un año. En 2024, fue el 1 de agosto.

Ilustración que muestra un gemelo en la economía circular. ©Endress+Hauser

De la economía vaquera a la economía del astronauta

Según estimaciones del Foro Económico Mundial, la humanidad consume un 70 % más de recursos de los que los ecosistemas de la Tierra pueden regenerar. Sin embargo, el reciclaje aún representa apenas el 7 % del total de materiales utilizados en los procesos de producción. En 1966, Kenneth Ewart Boulding acuñó el término "economía del vaquero" para describir este concepto de explotación desenfrenada en la sociedades abiertas. Y propuso una transición hacia una “economía del astronauta”: un sistema ecológico cerrado y cíclico, capaz de regenerar continuamente sus propios recursos. Así nació el concepto de economía circular.

Cabe señalar que la economía circular va más allá del reciclaje. Su objetivo consiste en aprovechar los recursos naturales, los materiales y la energía de la forma más eficiente posible en ciclos cerrados, una y otra vez. Solo se recurre al reciclaje si no es posible reparar, reutilizar o remanufacturar los materiales. De este modo, los productos y materiales permanecen en circulación durante mucho más tiempo, lo que reduce significativamente la necesidad de recurrir a materiales vírgenes.

En la industria química, caracterizada por sus complejos de producción integrados, la circularidad de la energía, el calor y los materiales ha sido una práctica habitual a nivel mundial durante décadas. En estos ciclos, los subproductos y el calor residual de un proceso se utilizan como materias primas y calor de proceso en el siguiente. Pero eso es todo: la circularidad se acaba una vez que los productos terminados salen de las puertas de la fábrica. Algo que tiene que cambiar.

Es imprescindible avanzar hacia la circularidad, ya que sin ella ni la industria química ni el resto de los sectores podrán alcanzar la sostenibilidad ni la neutralidad climática. Para contextualizar: según estimaciones de la consultora Roland Berger, la extracción y el procesamiento de materias primas son responsables del 90 % de la pérdida de biodiversidad y de la escasez de agua a nivel mundial, además de contribuir a cerca de un tercio de los impactos negativos sobre la salud humana. Mientras tanto, la Fundación Ellen MacArthur estima que la economía circular podría reducir hasta en un 45 % las emisiones globales de gases de efecto invernadero derivadas de la producción de bienes y materiales.

Hechos clave

Las estrategias R para una economía circular

Para avanzar hacia una economía circular, los expertos han desarrollado las llamadas “estrategias R”, denominadas así porque cada una se basa en una acción cuyo nombre comienza con el prefijo “re”. Demuestran que la circularidad va mucho más allá del simple reciclaje. Durante mucho tiempo, las únicas estrategias reconocidas fueron tres: reducir, reutilizar y reciclar. Actualmente hay hasta 12, dependiendo de la publicación que se consulte. Algunas tienen como objetivo prolongar la vida útil de los productos y sus componentes. De ahí la reutilización, la reparación, la restauración, la remanufactura y la readaptación. Otras tienen como objetivo reducir el consumo de recursos durante la producción y minimizar los efectos negativos sobre el medio ambiente. Así, por ejemplo, las estrategias de repensar y reducir nos invitan a fabricar productos con materias primas secundarias, a diseñarlos pensando en su circularidad al final de su vida útil y a optimizar su producción para que consuma menos energía y recursos.

Ilustración que muestra una batería en economía circular. ©Endress+Hauser

Reaprendiendo la economía circular

Si bien los principios de circularidad se conocen desde hace mucho tiempo, hasta ahora las empresas han tenido dificultades para implementarlos. ¿Por qué? Porque para ser circulares primero necesitan replantear sus modelos de negocio. Por ejemplo, las empresas deben diseñar sus productos con criterios de circularidad desde el inicio y desarrollarlos utilizando materiales alternativos. “Si realmente aspiramos a generar valor y superar el pensamiento arraigado que nos mantiene atrapados en el modelo económico de tomar, fabricar y desechar, debemos comenzar por replantear el diseño: cómo reducir, reutilizar y reparar los productos desde su concepción”, señala Julia Binder, profesora de innovación sostenible y transformación empresarial en IMD Lausana, y coautora de The Circular Business Revolution.

Otras barreras para avanzar hacia la circularidad se encuentran la elevada inversión inicial de capital, la complejidad y opacidad de las cadenas de suministro, la ausencia de normas y regulaciones claras para la recuperación, reutilización y reciclaje, así como la falta de tecnologías que permitan ejecutar estos procesos de forma eficaz y eficiente. También persiste el clásico dilema de qué fue antes, si la gallina o el huevo: la demanda de materias primas secundarias sigue siendo baja, en parte porque las materias primas vírgenes —como los gránulos de plástico— siguen siendo, en muchos casos, más económicas.

Sin embargo, entre los actores políticos crece la conciencia de que el futuro debe construirse sobre principios de circularidad. En Estados Unidos, por ejemplo, la EPA ha adoptado el Programa de Gestión Sostenible de Materiales. China cuenta con una legislación que promueve la circularidad desde 2009. Y la Comisión Europea adoptó un plan de acción para la economía circular en 2020.

La cooperación es clave

“La mayoría de las empresas aún se encuentran en proceso de adaptación y apenas empiezan a entender qué implica realmente la circularidad para sus operaciones y para sus clientes”, afirma Michael Sinz, director de negocios estratégicos en Endress+Hauser. “Y cada vez es más evidente que ninguna empresa puede resolver el problema por sí sola, ya que todo está interconectado”. En su opinión, la circularidad constituye un sistema complejo que solo puede hacerse realidad si las empresas cooperan activamente y se reconocen como parte de un ecosistema interdependiente. “Por esta misma razón, este nuevo enfoque colaborativo representa un desafío para muchas empresas, especialmente aquellas que suelen mostrarse reticentes a innovar”.

Julia Binder también considera fundamental que las empresas superen sus instinto competitivo y apuesten por la cooperación: “A diferencia de los modelos comerciales lineales tradicionales, adoptar una economía circular exige un cambio sistémico que implica no solo repensar el diseño y la fabricación de productos, sino también transformar las cadenas de suministro, los patrones de consumo y las prácticas de gestión de residuos”.

Un ejemplo de este enfoque cooperativo es la alianza para el reciclaje de baterías de vehículos eléctricos entre la empresa química Solvay, el especialista en residuos y reciclaje Veolia y el fabricante de automóviles Renault. La recuperación de metales raros al final de la vida útil de las baterías de vehículos eléctricos representa un desafío considerable, debido a su compleja composición. Como consecuencia, solo se consigue reciclar una baja fracción de estos metales valiosos. Para abordar este desafío, el consorcio tripartito coordina su experiencia en cada etapa de la cadena de valor de las baterías, con el objetivo de reciclar las baterías de vehículos eléctricos dentro en un circuito cerrado. Es evidente que la industria química, gracias a su profundo conocimiento en procesos industriales y métodos de análisis, desempeña un papel fundamental en el desarrollo de soluciones para el reciclaje.

Sin embargo, lo que resulta viable para fabricantes de productos homogéneos y de gran volumen representa un desafío considerable para aquellos con una oferta altamente diversificada. ¿Cómo recogen sus productos una vez finalizada su vida útil? Hasta la fecha, este reto ha provocado el fracaso de muchas iniciativas de economía circular. Una posible solución sería desarrollar modelos de negocio “como servicio”, similares a los que ya son habituales en la industria del software. Estos modelos también podrían cerrar el círculo en el ámbito de los productos químicos, como lo ilustran los planes del grupo sueco de servicios medioambientales Ragn-Sells, que trabaja en soluciones circulares para compuestos como el cloruro de hierro (III), un precipitante esencial en el tratamiento de aguas residuales. El objetivo de Ragn-Sells es no solo suministrar estos productos químicos, sino también recuperarlos de los fangos de cloaca para su posterior reutilización, cerrando así el ciclo de los materiales.

Hechos clave

> 60%

de todas las emisiones de gases de efecto invernadero son atribuibles a la extracción y procesamiento de recursos naturales, según cálculos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Hechos clave

106 mil millones de toneladas

Es el volumen de recursos que la humanidad consume cada año, según el informe Perspectivas de los Recursos Mundiales 2024. En otras palabras, el consumo global se ha triplicado desde la década de 1970, alcanzando aproximadamente 39 kilogramos por persona al día.

Hechos clave

5400 millones de dólares

se invirtieron en empresas emergentes dedicadas a la economía circular en todo el mundo en 2022, según un análisis de UnternehmerTUM, el principal centro europeo de innovación y emprendimiento.

Ilustración que representa la economía circular. ©Endress+Hauser

La circularidad significa nuevas oportunidades

Estos ejemplos son una clara evidencia de que la circularidad presenta grandes oportunidades. De hecho, hace casi una década, la consultora Accenture estimó que la economía circular podría generar hasta 4500 millones de dólares adicionales en valor económico para 2030. Esta proyección es una de las razones por las que cada vez más actores económicos adoptan una visión circular en sus estrategias empresariales Otra es que la circularidad hace que sus cadenas de suministro sean más resilientes: cada kilogramo de material que se recicla internamente o en colaboración con socios es un kilogramo menos que debe adquirirse en el volátil mercado global. Esta idea también está influyendo en la legislación actual de la UE, como se puede ver en la Ley de Materias Primas Críticas y el nuevo Reglamento de Diseño Ecológico para Productos Sostenibles (ESPR).

La tecnología –principalmente la digitalización– se sitúa junto a estos nuevos modelos de negocio y marcos regulatorios como un facilitador clave de la circularidad. Los expertos coinciden en que avanzar hacia un modelo de valor circular requiere optimizar el reciclaje mediante el uso intensivo de datos, automatizar de forma flexible los procesos de desmantelamiento y aplicar herramientas predictivas como el hermanamiento digital en entornos productivos. El nuevo ESPR pretende facilitarlo. A partir de 2026, el reglamento exigirá que casi todos los productos vendidos en la UE incluyan un pasaporte digital que contenga información completa sobre la vida útil del producto y su huella ambiental.

Motivos comerciales para poner en marcha el ciclo

El tiempo corre, los recursos naturales se agotan y el cambio climático avanza sin tregua. Para Ellen MacArthur, fundadora de la fundación homónima, esto convierte la transición de la actual economía lineal a una economía circular en la única opción. Tal como expresó en el marco de la COP28: “La vida existe desde hace miles de millones de años y es, por definición, circular”. Llevamos luchando contra este sistema desde la Revolución Industrial. Nuestro modelo de “extraer, producir y desperdiciar”, basado en una economía lineal que genera contaminación, malgasta recursos y sostiene una población mundial en constante crecimiento, no es sostenible a largo plazo.

Por supuesto, la presión y la escasez de recursos no son las únicas razones que impulsan la transición hacia una economía circular. Los intereses comerciales serán determinantes y, en el caso de componentes como las bujías de iridio, podrían demostrar que recuperar y reciclar es más sensato que depender de cadenas de suministro impredecibles.

El autor, Armin Scheuermann, es ingeniero químico y periodista especializado en ciencia y tecnología.

Publicado el 23/04/2025

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Revista corporativa 'changes' 1/2025 PDF, 7.3 MB
Cómo la economía circular cobra cada vez más relevancia
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